Las sectas aprovechan las estrecheces económicas, las rupturas sentimentales o cualquier otro tipo de crisis personales para captar adeptos. Bajo falsas terapias o con la promesa de encontrar trabajo o estabilidad emocional, consiguen mano de obra barata, sexo y mucho, mucho dinero. Las víctimas, de todo tipo de condición social, entregan su vida de tal manera, que muchas pierden el contacto con su familia y su entorno.
Se calcula que en 1987 había en España medio millón de personas seducidas por sectas. Entonces, informe semanal emitía este reportaje que ahora les ofrecemos.